Amanece en los campos y dehesas de La Janda y los primeros rayos de sol comienzan a dibujar su perfil, robusto y noble, entre extensos paisajes de ocres, pinos y encinas milenarias.
Habitante centenaria, casi legendaria, de un terreno al que ha amoldado su rica fisonomía, la Retinta es algo más que una raza; es símbolo destacado de un territorio en el que ganadería y medio ambiente van de la mano, dando vida a bocados excepcionales.
Piezas jugosas y de intenso sabor a campo, que, en su punto justo de maduración, dan vida a una extraordinaria gastronomía tradicional e innovadora, con platos en los que ellos, los grandes cocineros de la comarca, transmiten de forma magistral los infinitos aromas y matices de una de las carnes más deliciosas que existen.