Corcho, barro o palma han dado vida a lo largo de los tiempos a muchos de esos utensilios y enseres con los que hombres y mujeres de La Janda se han alimentado, vestido, cobijado, trabajado la tierra… sobrevivido.
Materia prima que refleja la riqueza, peculiar y extraordinaria, de un paisaje natural de alcornoques, palmas, ríos… que ellos, los artesanos, han sabido interpretar y aprovechar con gran sabiduría.
Artesanía de orígenes humildes que, siempre fiel a sus orígenes, se ha convertido en elemento identitario del territorio, con una producción cuidada, imaginativa e innovadora que ha permitido transformar la ‘piel’ de los alcornoques, la de los tapones, en apreciados bolsos, agendas, cinturones, carteras, maletines… y la palma, la de los serones y capazos, en sombreros y piezas decorativas que marcan tendencia.