Ahí, entre las aguas que suavemente discurren entre Cabo de Roche y Cabo de Plata, descansa una de nuestras mayores señas de identidad, la almadraba.
De raíces milenarias, esta arte de pesca sostenible ha marcado nuestro pulso, el de nuestro litoral, amamantado siglo tras siglo una rica cultura gastronómica y una filosofía pesquera que tiene como primer mandamiento el cuidado, celoso, de un producto top, el atún rojo de almadraba.
Historia cuyo prólogo está escrito en la Cueva de las Orcas y que hoy, miles de años después, continúa siendo escrita con la misma pasión de siempre por los almadraberos de Conil de la Frontera, Barbate y Zahara de los Atunes; por esa legión de chef que han hecho del atún rojo de almadraba su razón de ser y, sobre todo, por quienes cada año encaminan sus pasos al litoral jandeño para vivir todos y cada uno de los eventos festivo-gastronómicos que se celebran en torno a la llegada y captura de los gigantes de plata.