La captura del atún rojo de almadraba y de los exquisitos pescados de las flotas de Conil de la Frontera y Barbate tiene lugar en uno de los grandes escenarios con sabor de La Janda, las aguas del Atlántico; esas, azules y cristalinas, que, en busca del Estrecho de Gibraltar, van desde Conil de la Frontera hasta Zahara de los Atunes y que forman parte de ese gran escenario pesquero de nombre Golfo de Cádiz.
En el caso del atún rojo, hasta las faldas de Cabo de Plata, en cuyas cuevas están gravados los secretos más profundos de la larga e intensa relación entre la especie y los almadraberos jandeños.
Aguas en las que los grandes bancos de atunes rojos, casi a pie de playas y acantilados, encuentran la transparencia necesaria para seguir su viaje y gran cantidad de alimento (caballas, sardinas, calamares…) ante la mirada atenta de torres almenaras y viejas chancas en las que nuestros antepasados ronqueaban los gigantes de plata, preparaban los salazones y mimaban las artes.
Aguas que, en el caso de las flotas pesqueras conileña y barbateña, amplían su horizonte en el Golfo de Cádiz para favorecer la captura de bocados selectos que, casi a diario, son protagonistas de las lonjas de estas localidades marineras.