No ha existido ni existe mejor forma de pregonar las penas y alegrías de la vida que a través de ese arte de carácter universal que aquí, en La Janda, ha sentado cátedra, el flamenco.
Arte que a lo largo de los tiempos han acunado ilustres cantaores, guitarristas y bailaoras en peñas, bares, tabernas, patios, casas y fiestas con letras, toques y bailes que han formado y son parte de una memoria colectiva de sentimientos profundos.
Sentimientos que tienen en Paterna de Rivera uno de sus templos, ese que, en torno a un cante sentimental y melancólico y una de las grandes figuras de este arte universal, La Petenera, se alumbró en el siglo XVIII.
Cante del que son brillantes embajadores El Perro de Paterna, Rufino de Paterna o El Niño de la Cava y que da origen a uno de los grandes eventos del mundo del flamenco, el Concurso Nacional por Petenera.