¿Te suena la cachuela? Quizás no, pero te aseguramos que, si la pruebas, dejará una huella imborrable en tu paladar. Es el hígado del conejo silvestre, una de las piezas más sabrosas y representativas de esas carnes de caza menor ligadas a un territorio, La Janda, que respira naturaleza, sabor a campo, de este a oeste y de norte a sur.
Carnes de orígenes humildes, que han alimentado desde tiempos inmemoriales a vecinos de localidades como Paterna de Rivera, Medina Sidonia y Benalup, dando forma a una gastronomía de ‘chup chup’, paciente, de herencia infinita y que sienta cátedra.
Carnes que por tierra (conejo) y aire (perdiz, zorzal y faisán) interpretan los intensos sabores y las delicadas texturas de un paisaje inspirador, al que las cocinas, las más populares e innovadoras, miran de frente.
Y es que no hay nada mejor que sentarse a la mesa y dejarse llevar por un buen conejo de campo con arroz, en salsa o en tomate para entender lo que cuesta explicar con mil y una palabras.