La más pequeña de las aves de caza menor, el zorzal se abate en los campos de La Janda llegado el invierno, cuando estas pequeñas aves migran desde el norte de Europa en busca de alimento (insectos, semillas, lombrices…).
Su carne, aunque es algo fibrosa y, por tanto, algo más dura de lo normal (antes de ser cocinada ha de permanecer varios días en cámara para ablandarla), tiene un sabor muy potente y característico.
Bocado de gran tradición en entornos rurales como el nuestro, los zorzales precisan de cocinados largos, pacientes, a fin de lograr la mejor de las texturas y ese punto de sabor que lo diferencia. En nuestras ventas, bares y restaurantes encontrarás algunos de esos guisos que elevan el valor del zorzal a rango de ‘bocado de dioses’.